lunes, 9 de mayo de 2011

La monjita

La monjita se despertaba todos los días a la siete de la mañana. Después de lavarse la cara, solía levantar a los otros internos para perdicarles la palabra del Señor por más de una hora.
Les repetía una y otra vez que si pecaban con su mano derecha, no tenían más opción que cortársela para alcanzar la salvación. Esa era la parte que más encantaba a su audiencia pues, cada vez que la recitaba, parecía alcanzar el éxtasis místico.

Sin embargo, un día su vida se transmutó al ser descubierta robándose un libro de la biblioteca. Cuando la noticia se conoció en el pabellón, el filósofo se acercó a ella con un cuchillo en la mano:

-Creo que sabes qué es lo que debes hacer.

Tomó el cuchillo y, sin pensarlo, lo blandió en el vientre del filósofo. ¡Su brazo  era mucho más importante que aquel pobre diablo!

domingo, 1 de mayo de 2011

El capitán

El capitán no podía quitar su mirada de aquel objeto. Era, y por mucho, la mejor nave que había tenido en la vida.

-Observa ese chasis -me dijo sin ocultar su emoción-. Está fabricado con acero de la mejor calidad. Basta tocarlo para darse cuenta de ello.

-No lo dudo -respondí-, pero hay un detalle que debería considerar...

-¡Y esos asientos de cuero! -me interrumpió-. Son muy cómodos, pero lo más importante es que son de los más caro que se puede encontrar en el mercado. Si te dijera lo que vale el metro cuadrado, no darías crédito.

-Sin embargo...

-Agáchate y revisa los neumáticos... ¿Lo has notado?

-¿Notar qué?

-¿Qué va a ser? ¡El dibujo, tonto! Está hecho a mano. Aunque en lo que al frenado se refiere, no hay diferencia con los neumáticos tradicionales, también es cierto que somos pocas las personas que podemos presumir que los mandamos fabricar de manera artesanal. Impresionante, ¿verdad?

-Si..., de no ser por un detalle, Capitán -dije con muy poco entusiasmo.

Pese a que su rostro se encendió y sus ojos se inyectaron de sangre, el capitán realizó un esfuerzo notable para controlarse. 

-¿Y podría saber qué es lo que tanto te molesta?

-No niego que tiene razón en todo lo que ha dicho; sin embargo, ¿se ha fijado que la nave no tiene motor?

El capitán lanzó una risotada.

-¿Y qué con eso? Debes recordar que lo importante en esta vida no es que sirvan las cosas, sino cómo se vean. Hoy en día cualquier capitán tiene una nave que funcioné, en cambio, muy pocos cuentan con una tan lujosa y con tanta categoría...