lunes, 9 de mayo de 2011

La monjita

La monjita se despertaba todos los días a la siete de la mañana. Después de lavarse la cara, solía levantar a los otros internos para perdicarles la palabra del Señor por más de una hora.
Les repetía una y otra vez que si pecaban con su mano derecha, no tenían más opción que cortársela para alcanzar la salvación. Esa era la parte que más encantaba a su audiencia pues, cada vez que la recitaba, parecía alcanzar el éxtasis místico.

Sin embargo, un día su vida se transmutó al ser descubierta robándose un libro de la biblioteca. Cuando la noticia se conoció en el pabellón, el filósofo se acercó a ella con un cuchillo en la mano:

-Creo que sabes qué es lo que debes hacer.

Tomó el cuchillo y, sin pensarlo, lo blandió en el vientre del filósofo. ¡Su brazo  era mucho más importante que aquel pobre diablo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario